domingo, 14 de noviembre de 2010

Renta

Yo quería ayudarle, tal vez es porque ya me estoy creyendo eso de ser psicóloga o sólo porque me nació el espíritu altruista, al final me había impuesto la meta de hacerlo sentir mejor, menos deprimido, con más ganas de continuar.

Luego me dí cuenta de que también me gustaba, que en realidad lo quería, en mi vida y de manera sentimental, uno no encuentra todos los días un hombre que por quedar bien escribe frases cortas aplaudiendo el uso de comas y acentos de tu escrito, no, de echo yo pensaba que le caía mal y ahora ya me había metido en sus pantalones.

Pero, aunque también lo deseaba, quería más que él se apoyara en mi, así como todos se me acercan para contarme sus problemas sin siquiera preguntarme cómo estoy, yo quería que el me usara así, que confiara en mi y que gustara de mi plática para reflexionar o sólo pasar un buen rato. Quería que un día después de un tiempo naciera algo más entre nosotros, un vínculo más fuerte, que me asegurara que a pesar del tiempo y las personas yo siguiera estando en él, pensando en mi de vez en cuando, tal vez extrañando un poco mi voz...

No fue así.

Hay cosas que pasan y mueven lugares y espacios en tu mente, reacomodas prioridades, recuerdas a personas que pensabas olvidadas, a veces empiezas a querer y otras dejas de hacerlo. Él se puso a recordar, su gente, sus gustos, sus mujeres, no lo culpo ni debería, viviendo ahí, cuando su cuadro estaba completo lo hace sentirte así, completo.

Pero es ahora que me doy cuenta del lugar que ocupo en su vida, de lo volátil que soy. Y es que siempre pensé que dormir con alguien era algo íntimo, pero no había contemplado los tipos de intimidad; tal vez pude haber visto su cuerpo desnudo, pero no su mente, no sus palabras. Me dí cuenta de que si tuviera un problema o la simple necesidad de hablar con alguien, no pensaría en mi.

Sé que le doy otro tipo de alivio, algo más mundano y fácil, lo único que poseo y le puedo dar a manos llenas; pero es ahora que veo sus palabras para otras mujeres, el tiempo que les ha dedicado, el espacio que ocupan en su cuerpo, en su existencia, es ahora que siento miedo y me siento frágil, porque en su vida, sólo soy una inquilina más.