lunes, 18 de marzo de 2013

Update

Con el tiempo me he hecho menos tolerante a ciertas situaciones y actitudes. Durante muchos años fui una chica alivianada que prefería mantener la fiesta en paz y ahogar ciertas opiniones para no crear conflictos innecesarios; mientras fui creciendo me dí cuenta de que la gente no siempre es alivianada y que muchos buscan "crear controversia" soltando opiniones salvajes y contradictorias para decirse de personalidad radical y darle un propósito a su vida, fue entonces cuando decidí ser cómo todos los demás y decir lo que pienso sin hacer mucho caso a las susceptibilidades heridas.

Este fin de semana me sirvió para hacer un examen de conciencia y reflexión sobre la amistad que hacía mucho no había hecho. 

Me reencontré con un par de amigos de la secundaria. Entre el recuento obligatorio de los años, nos preguntamos cómo es que siempre, cuando pretendemos hacer reuniones con los demás de la pandilla, terminamos reuniéndonos sólo nosotros 3, llegamos a la terrible y, debo decirlo, graciosa conclusión de que no éramos tan geniales y buena onda cómo lo habíamos creído en estos 11 años. Recordamos burlas, venganzas ñoñas y pleitos que desencadenamos entre algunos de nuestros compañeros, nada más porque podíamos hacerlo y porque en el momento no parecían gran cosa.

Llegando a este punto, me sinceré con mis amigos y les dije que no le veía el punto a seguir organizando reuniones con personas que ya no conocemos. Muchos ya tienen familia  otros tantos se han perdido en la ciudad. Yo sé que ya no soy la misma, les dije, entonces no le veo el punto a seguir creyendo que aún hay un lazo con estas personas que sé, ya no son cómo eran en ese entonces... a lo mejor ya nos caemos mal.

En un escenario completamente diferente, me encontré con mi bestie en la reunión con motivo de su cumpleaños, de nuevo, ahí estábamos las 3 que nos aferramos a nuestra amistad y con quienes, creo, los lazos con el tiempo se estrechan más porque a diferencia de los primeros, nuestras reuniones y contacto no es tan forzado, de pronto nos visitamos y decidimos salir, sin necesidad de hacer planes ni sincronizar agendas. 

Con cierto pesar, me di cuenta de que las grandes amistades que creía que durarían para siempre, ante mis ojos (gracias al bendito fb) se están alejando cada vez más de mí, al mismo tiempo que, gracias a la misma red social, otros camaradas seguiríamos a la expectativa de otro reencuentro, para reír de los mismos recuerdos sin olvidar que, aunque pase el tiempo y las personalidades cambien, habemus amigos para toda la vida.

martes, 12 de marzo de 2013

Libre

Estoy convencida de que parte de la libertad de una persona, es pertenecer a otra.

Sentirse parte de alguien y que ese alguien también dependa de ti, no en completa sincronía, eso no existe, es sólo estar por fin en la misma página, el momento correcto, la hora perfecta, que los planetas se alineen.

Decir lo que sientes y que no explote una bomba. Que él se tome el tiempo de explicar lo que pasa por su mente.

Enamorarse tiene algo de liberador.