martes, 12 de abril de 2011

Crónica

Me enamoré de él en el momento en que me dijo que no podríamos ser más que amigos, con derechos muy limitados, pero amigos a fin de cuentas. Fue como me miraba, sus palabras, el recuerdo que lo sostenía, lo sentí libre, lo sentí comprometido con su causa de ser un hombre, en toda la extensión de la palabra; me enamoré de él justo porque fue el primer hombre en mi vida que al hacer algo por él, pensaba también en mi, "hace falta química" me dijo, ninguno de los dos nos dimos cuenta de que el me tenía, sin conocerlo, sin acordarme de su segundo apellido, sin tener algo bueno en común.

Aquella mañana también fue incónica porque sin poder contenerme lloré frente a él, nunca lo había hecho, nunca me habían cortado antes de empezar una relación!! Pero me sentí satisfecha, desde entonces me permití sentir lo que fuera, celos, angustia, esperanza, fe, deseo, cualquier cosa, porque lo quería [quiero], mi único límite siempre fue en no forzar nada, me propuse hacer que esto durara lo más posible, que aprendiéramos juntos, que compartiéramos cosas, hacer que muchas noches fuera mío solamente, aunque el resto de la semana fuera de alguien más.

Después de esa mañana sólo lo volví a ver una vez, que fue la noche perfecta. Esa vez me dí el lujo de jugar un poco más, de no reprimir el deseo de un abrazo o de un beso, de decirle "te quiero" mientras estaba dormido, aquella mañana regresé a casa satisfecha, de ambos, pensé que lo que teníamos nos daba el ancho a lo que cada uno necesitaba en ese momento, compañía, es lo que más me viene a la mente ahora.

Una vez me escribió que me extrañaba, no lo quise creer, traté de no darle importancia, "no es a ti" pensaba; de haberme dejado llevar le habría contestado "yo también, ahorita, ayer, mañana!! A tus ojos, a tu boca, tus manos, tu aliento, todo, todo de ti, a ti... te extraño mucho"... Estás mal, pensé, y me conformé con expresarle que yo igual.

En estos meses me sentí orgullosa de contenerme, de guardar lo nuestro al máximo, sólo un par de referencias aquí y allá, sólo aquellas ocasiones en que no podía disimular mi alegría por charlar con él, pero lo quería mantener mío, sólo para mi, aunque leyera de las mujeres que le ocupaban el pensamiento, de cada una que le provocaban más cosas que yo, yo era feliz, a medias!! Pero nunca me había acercado tanto a la completud.

Me enamoré de él porque es diferente, porque habla, escribe; porque pensé que era un hombre libre que se hacía cargo de sus deseos así como de sus obligaciones. Hasta que un día, decidió darme un poco de la honestidad que siempre presumí y para terminar, lo que sea que teníamos, me escribió "hasta aquí".

No hay comentarios: