jueves, 20 de diciembre de 2012

Carta

Nunca pensé llegar a tal punto en que me quedara sin qué decir ante un sentimiento de asco, repudio, frustración y odio, la verdad es que me he visto bastante ingenua por creer que tanta mierda nunca iba a tener efecto en mí.

Eres mi abuela y por ello nací con un lazo inundado de cariño por ser parte de ti y aunque no recuerde mucho del primer año que compartí contigo, sé que eras importante para mí, porque yo no se no querer, quiero mucho desde el principio; pero mentiría si te dijera que nunca me sentí extraña contigo y que nunca noté la preferencia a mi hermano sobre mí.

Aún así, siempre me daba gusto verte, conforme fuimos creciendo mis hermanos y yo empezamos a conocerte más, sin embargo tú nunca te tomaste el tiempo de platicar con nosotros más allá de lo que tus expectativas te dejaban ver. Para ti, mi hermano siempre fue la segunda oportunidad de criar a un hijo dándole todo el amor, cariño y consentirlo cómo nunca lo hiciste con mi papá, siempre ha sido evidente tu devoción hacía él.

Debo admitir que antes ésto me ponía triste, yo quería que me quisieras igual (imagínate, a los 9 años conocer ya del desamor), entre otras cosas, quería poder jugar o ver la televisión sin que te la pasaras mandándome a barrer, recoger la mesa o ayudarte a cocinar, sin embargo siempre he hecho las cosas sin pensar, ahora más por costumbre que por la necesidad de reconocimiento que tenía de pequeña: siempre esperaba que hablaras de mí cómo lo hacías de mis primos y otras personas que conocías.

Y eso, siempre te han sobrado halagos para tu familia, aunque a veces se te bote el tornillo y les tires mala onda, así, siendo el nido de víboras y ratas que siempre ha sido, tú siempre has enaltecido a los tuyos, pero nosotros siempre nos cocimos aparte. Nunca me has dicho que me quieres, ni que estás orgullosa de mí, ni siquiera me has preguntado cómo estoy, sólo vienes y hablas de los demás, de tu padecer y el de los otros y nunca piensas en el nuestro, nunca te has puesto a pensar que nosotros tenemos el corazón roto y que vamos cada día recogiendo los pedazos. Para ti el que mamá haya fallecido es sólo una cama libre que puedes usar.

Mi mamá siempre te puso la otra mejilla, a pesar de todos los malos tratos y groserías que le hiciste siempre, ella nunca te demostró su descontento, pensando que tanto para papá cómo para nosotros era importante tu presencia en nuestras vidas. Mi mamá fue una mujer con clase y dignidad a pesar de haber sufrido mucho en toda su vida, algo que tú, aunque también hayas padecido, nunca serás.

Eres vieja y los años sólo han fortalecido las fantasías que siempre has cargado en la mente. Tú crees que ser madre sólo es hacer de comer y limpiar la casa, crees que con eso te puedes ganar ese puesto cómo si, para empezar, estuviera libre. Hasta ahora me dí cuenta de todo el tiempo que he perdido tratando de acercarme y fortalecer nuestra relación a pesar de todas las advertencias. Eres mi abuela y la gente dice que te debo querer, pero no se puede querer a alguien que no te respeta, no te motiva, no te ayuda, no te consiente, no te escucha y sobretodo, no te quiere.

Gracias abue, por enseñarme la clase de mujer que no quiero ser.

No hay comentarios: