He cumplido un año más de vida y por primera vez, he notado
todos esos cambios que se supone llegan con la edad y la experiencia.
Siento que ya no queda espacio para esa adolescente
berrinchuda que vive en mi, creo que le tengo que dar lugar a lo que sueño y
espero y por fin dedicarme a completar todo lo que necesito para terminar la
universidad y empezar mi vida laboral.
Decidí que no puedo detenerme a llorar siempre, que tengo
que aprender a caminar, aunque sea con la mirada borrosa y sin ninguna certeza más la de seguir adelante, pase lo
que pase.
Sé que ya es tiempo de hacer limpieza de costumbres y
personas que han seguido ancladas a mi y que se convirtieron en una carga más.
No debo atribuirle a los sentimientos del pasado todo el valor de una persona
que hoy, en el presente, no me hace feliz ni aporta nada a mi crecimiento.
Tengo que hacerme responsable sólo de mi y mi mascota. No
tengo que intentar salvar siempre todo y a todos, porque no habrá nadie que
venga a salvarme a mi después. Debo entender que amarme a mi misma por encima
de todas las cosas, no es un acto egoísta, sino uno de supervivencia.
Sobretodo, no debo dejar ir mi esencia ni a las personas que
me ayudaron a construirla.
Extrañaré siempre a mi mamá, siempre me hará falta, pero
debo concentrarme en que ella ha llegado a lo más elevado y sublime y ahora me
toca a mi trazar mi camino para alcanzarla, la mejor forma de demostrarle
cuánto la amo y cuán importante es para mi, es siguiendo adelante con todo lo
que me enseñó y lo que yo le aprendí.
Si este año se viene el fin del mundo, quiero llegar a él
haciendo lo que tenía pensando al principio. No puedo, no debo seguir llorando
por angustia de lo desconocido, ni por el amor que jamás desperté en quienes yo quería. Debo
hacerme a la idea de que, quienes quisieron ir a la par conmigo y verme
despejar el vuelo, estuvieron ahí siempre cuando los necesité y, por más
doloroso que sea, todas las personas tenemos una fecha de caducidad en la vida
de los demás y de nada sirve querer salvar algo que ya no está, aunque mi
corazón me mienta diciendo que sí.
Es curioso… hubo personas que hicieron lo imposible para
hacer presencia y no dejarme sola, cómo anticipándose al duelo que venían
maquilando mis ganas de tirar todo a la basura con el rayito de esperanza que
se expande con esas muestras de cariño.
Voy a esforzarme por acercarme más a ese estado sublime.
Feliz Cumpleaños, Pixie!
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